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15 de octubre de 2014

EL KERT, UN RIO EN EL CAMINO DEL RIF


Tras la campaña de 1909, la situación política de la región del Rif presentaba un mejor cariz, especialmente en las inmediaciones de Melilla. Las sumisiones de los jefes y caides de las cabilas circundantes a la plaza continuaron produciéndose, entre ellas  la del jefe de la cabila de Beni Sicar, Abd el Kader, moro prestigioso que había luchado contra las tropas españolas en Taxdirt y que en enero de 1910 hizo acto de sumisión ante el general Marina.

La actividad militar quedó reducida a frecuentes recorridos por la zona dominada para transmitir sensación de autoridad y seguridad en las cabilas sometidas y a la ocupación de nuevos puestos de defensa para la mejora de las comunicaciones entre las posiciones avanzadas. Se realizaron así mismo, levantamiento de planos y croquis para un mejor conocimiento del terreno, cuya ignorancia fue la causa del desastre del Barranco del Lobo.

Paralelamente se otorgó un nuevo status de carácter militar a la plaza de Melilla convirtiéndola en Capitanía General y asignándola una dotación permanente.

Por su parte, el general Marina intentó favorecer el comercio entre la plaza y sus  alrededores, a fin de estrechar los lazos con la población indígena. Esta misma política la aplicó en aquellas plazas de soberanía españolas situadas en la bahía de Alhucemas (Peñón de Vélez y Peñón de Alhucemas), en su relación con las cabilas cercanas (Beni Urriagel y Bocoya)

Los logros de esta política conciliadora culminaron con la visita de Alfonso XIII a Melilla, realizada en enero de 1911, a la que el monarca acudió acompañado de los miembros más representativos de su gobierno. El rey visitó, en medio del entusiasmo popular, los distintos rincones de la ciudad y los lugares en que habían tenido lugar los principales acontecimientos de la campaña de 1909, recibiendo presentes de varios cadíes y jefes de cabilas. El viaje del rey, por otra parte, venía a demostrar a los ojos del país, el interés del monarca y su Gobierno  por las cuestiones marroquíes, a la vez que suponía consiguientemente un llamamiento a la opinión nacional a favor de la empresa africana. El 14 de enero de 1911,Alfonso XIII embarcó de nuevo hacia la Península expresando sus mejores deseos para la paz y el progreso de la zona de influencia española.

Sin embargo, la realidad venía a ser más inquietante que los deseos del monarca. Las tribus del Rif, habituadas a no reconocer ninguna presencia extranjera, aumentaron sus agresiones sobre las posiciones avanzadas españolas, a la vez que incitaban a la rebelión a las cabilas situadas tras ellas. En este contexto aparece la figura de el Mizzián, un caudillo que reafirmó los lazos y la unión entre las cabilas, pregonero incansable de la jihad contra el invasor y que reunió a un verdadero ejército que lanzaban expediciones armadas (harkas) contra los españoles, haciendo más peligrosa la situación.

                                                             
Mohamed Amizian "El Mizzian"
                      

A su vez los españoles desarrollaban una intensa campaña política entre los notables rifeños, comprando lealtades y tejiendo las alianzas suficientes que les permitieran en un futuro imponer su influencia en el territorio.

El alcance de la acción política entre las cabilas limítrofes a las posiciones avanzadas españolas se veía constantemente reducido por la acción de las harkas rifeñas, que creaban un estado de inseguridad constante en los límites del avance español.

 A lo largo de 1911 los paseos militares de las tropas se habían extendido hasta ocupar posiciones bastante alejadas de Melilla, como el Zaio (cerca del límite con la zona francesa, en la cabila de Ulad Setut), Ras Medua, Tauriat Zag (posiciones envolventes a lotro lado del Gurugú. en dirección al río Kert) o Segangán (cerca de las minas de Beni Bu Ifrur).

 Los motivos de dichas ocupaciones se debían sobre todo a las peticiones de protección de las cabilas amenazadas por las incursiones rebeldes, aunque algunas de ellas tenian por objeto pacificar el territorio cercano a las minas para facilitar su explotación o, simplemente, expandir la autoridad militar española a lo largo de la zona de influencia (especialmente la posición del Zaio, ocupada para “marcar” la frontera española ante la zona francesa).


Tauriat-Zag

Tauriat-Zag


En el límite de esas posiciones avanzadas se desarrollarían los sucesos que darían lugar a la campaña de 1911-1912, conocida como la campaña del Kert.

En agosto de 1911 una Comisión Geográfica del Estado Mayor del Ejército levantaba planos en la zona próxima al río Kert, en el mismo extremo de las posiciones avanzadas españolas en la cabila de Beni Sidel. Allí fueron objeto de una agresión en la que murieron 4 soldados, viéndose obligada la restante-fuerza a replegarse sobre la posición de Tauriat Zag. Desde esa posición y desde otras vecinas se inició una operación de castigo que llevó a las tropas españolas hasta el río Kert a finales del mes de agosto.

La estabilización de posiciones en ambas orillas del río y la impetuosidad creciente de las harkas enemigas, pertenecientes en su mayoría a las cabilas más cercanas al Rif, convencieron al general García Aldave, sustituto del general Marina, de la necesidad de solicitar al Gobierno de la Nación el envío de nuevas tropas. Accedió a ello el Gobierno Canalejas, afrontando de nuevo la impopularidad que su decisión causó en ciertos sectores de la opinión pública La huelga general revolucionaria convocada con motivo de los nuevos envíos de soldados, y los asesinatos de diversos personajes públicos a lo largo de los meses de mayo a septiembre de 1911 provocarían que el gobierno Canalejas adoptara medidas de excepción en Bilbao y en Valencia,y finalmente decretara la suspensión de las garantías constitucionales en toda España (RO. del 19 de septiembre de 1911).

La campaña del Kert, así iniciada, pretendía llevar el dominio español hasta los límites marcados por el río Kert, situado a unos 20 kilómetros de Melilla. La estabilización del frente de contacto y los continuos y sucesivos avances y retrocesos entre una ribera y otra del río diferenciaron esta campaña de la de 1909, en la que los avances resultaron más francos y la combatitividad del enemigo menor. En la campaña del Kert se pudo apreciar con claridad que a medida que las tropas españolas se adentraban en las inmediaciones del corazón del Rif, la hostilidad del enemigo era más crecida, y su resistencia más decidida. La posesión de dos enclaves cercanos al río –la posición de de Ishafen al norte y la de Imarufen al sur- centraron buena parte de la campaña, siendo objetivo prioritario del enemigo conquistarlos y de las tropas españolas mantenerlos. La cooperación de la Armada, que desde el litoral bombardeó los poblados indígenas a retaguardia de la zona de contacto, se dejó sentir eficazmente para las fuerzas avanzadas, que pudieron atravesar en varias ocasiones el río aunque la acometividad del enemigo les obligara siempre a repasarlo.

Sin embargo, no era tan sólo el dominio de la línea del Kert el objetivo de la campaña. Consciente el Gobierno y las autoridades militares del territorio de que el germen de la rebelión se encontraba en las montañas del Rif, especialmente en la cabila de Beni Urriagel. se preparó un plan de desembarco en la bahía de Alhucemas -en el litoral de dicha cabila-, con el fin de iniciar desde allí un avance de castigo hacia el interior y atrapar al enemigo entre dos frentes.

Tal proyecto no pudo llevarse a cabo finalmente. El estado del mar en época tan avanzada del año y la preparación del enemigo para la defensa, aplazaron su realización indefinidamente, reduciendo la  campaña a los límites establecidos en torno al río Kert.

El fin de los combates llega con la muerte el día 15 de mayo en una escaramuza con los Regulares, del líder rifeño Mohamed Amezian el Sherif  “ El Mizzian” que "era el hombre en que se encarnaba la necesidad de unidad y el espíritu ofensivo de las tribus". Con su desaparición los rifeños perdieron no sólo a su jefe, sino también el nexo imprescindible que garantizaba el equilibrio de componentes tan heterogéneos. La unidad de las cabilas estaba fundamentada en el consenso y el prestigio que emanaba del jerife, sin él, el movimiento, ahora acéfalo, se descompuso, y la lucha que hubiera podido durar mucho tiempo aún, finalizó.


Pero tampoco esta vez el gobierno y el ejército españoles supieron aprovechar la teórica ventaja que suponía la desintegración de las harkas rifeñas, desorientadas por la pérdida de su jefe, y frenaron bruscamente todas las operaciones y los españoles se afanaron en firmar un acuerdo de paz con los jefes de las diversas cabilas, que pusiera fin momentáneo a los combates. El territorio efectivamente ocupado alrededor de Melilla era el doble respecto al de 1909, un rosario de posiciones paralelas al río, , pero más allá del río Kert, el Rif (la mayor parte) continuaba libre.





Por primera vez se habían empleado en campaña unidades de Regulares, compuestas por tropas indígenas al mando de oficiales españoles, y también por vez primera la Armada había tenido un papel destacado en la misma.





TENIENTE DE CABALLERÍA
 D. JAIME SAMANIEGO Y MARTINEZ FORTÚN
(PRIMER CABALLERO LAUREADO DE SAN FERNANDO
PERTENECIENTE A LAS FUERZAS REGULARES INDÍGENAS 
CONDECORADO EN LAS CAMPAÑAS DE MARRUECOS)

R.O. de 6 de Abril  de 1916 (D.O. 81, de 7 de Abril de 1916)
Poblado Haddu Al-lal U Kaddur (Melilla) 15 de Mayo de 1912

    ENTERRADO EN PANTEÓN DE HÉROES F4-Nº 1


El día 15 de Mayo de 1912, en el poblado de Haddu Al-lal u Kaddur, al suroeste de Melilla, el Teniente de Caballería Don Jaime Samaniego y Martínez Fortún, nacido en Valladolid el 29 de agosto de 1883, muere heroicamente en combate al mando de su sección del 3º escuadrón de las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla. 

Tras ser herido gravemente en la boca, continuó dando pruebas de sereno valor cargando al frente de su unidad contra harqueños rebeldes, hasta que una segunda herida, en el corazón, acabó con su vida. Como consecuencia de esta acción fue abatido El Mizzian, destacado cabecilla rifeño de la revuelta. Con esta operación se dio por finalizada la denominada campaña del Kert. 

El Teniente Samaniego perteneció a la Promoción de 1906 del Arma de Caballería, tan sólo hacía dos meses que se había incorporado a las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla, tras su anterior destino en el Regimiento de Caballería Alcántara nº 14. 

Por una Real Orden de 6 de abril de 1916, S.M. el Rey Alfonso XIII le concedió la Cruz Laureada de San Fernando, así como el ascenso a Capitán a título póstumo, pasando a ser el primer Regular distinguido con esta condecoración.
         

sepultura del Teniente Samaniego en el Panteón de Héroes del Cementerio de Melilla

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